El vigilante de seguridad ejecuta funciones operativas: controla accesos, realiza rondas y reporta incidentes. El supervisor, en cambio, coordina al personal, organiza los turnos y asegura el cumplimiento de los protocolos de seguridad. También revisa reportes, lidera reuniones de retroalimentación y sirve de enlace entre la empresa de vigilancia y el cliente. Además, inspecciona equipos, uniformes y puntos críticos. El supervisor requiere experiencia previa como vigilante, liderazgo, conocimientos administrativos y capacidad para tomar decisiones rápidas. Ambos roles son esenciales: el primero protege directamente, el segundo garantiza la eficiencia del sistema de seguridad.
